Una vez vi un anuncio de la Librería Gandhi que decía: Si no lees no pasa nada, si lees pasa mucho. Me pareció muy acertada la frase porque, aunque parezca trillada, cada libro es un mundo en el cual los lectores están invitados a habitarlo.
Cuando leí Diablo Guardián del escritor Xavier Velasco, estuve un par de semanas siendo como Violetta, el personaje principal, hablaba, pensaba y actuaba, aunque no al pie de la letra pues nunca les robé a mis padres miles de dólares para irme a Nueva York, como ella.
En Elogio (innecesario) de los libros, Carlos Monsiváis realiza una crítica a la sociedad latinoamericana que no está habituada a la lectura. En el texto expone los distintos puntos por lo que la gente, mexicana en particular, no lee.
Creo que existen distintos aspectos por los cuales lo latinoamericanos, y en especial los mexicanos, no tienen el hábito ni el gusto por leer. Vivimos en un país tercermundista donde más de la mitad de la población vive en la pobreza, según cifras oficiales, entonces, ¿cómo pretendemos fomentar que lean si tienen que preocuparse por comer ese día?
Si a la pobreza le sumamos el alto índice de analfabetismo en el país, el hecho de leer se vuelve un lujo para unos cuantos capaces de descifrar ese código por lo que además de ser un lujo, se vuelve elitista.
Si bien es cierto, desde niños en la escuela primaria deben inculcarnos el gusto por la lectura, Monsiváis recalca que esto no puede ser posible pues nuestros primeros mentores no lo tienen, entonces no pueden enseñar algo que no saben.
Sabemos, por las estadísticas, que el mexicano no lee, pero el problema también radica en qué se lee. Monsiváis expone que los bestsellers y los libros de autoayuda son muy populares en México, entonces la problemática de la lectura también radica en la calidad y no sólo en la cantidad.
Si bien los precios de los libros son exagerados, si comparamos a México como países como Cuba donde los libros están subsidiados por lo que su costo es menos a cincuenta centavos de dólar estadounidense, los gobernantes mexicanos no le dan importancia a la lectura, tal es el caso del gobernador de Aguascalientes Felipe González quien le dijo en el 2003 a un grupo de niños: Si no estudian van a acabar de gobernantes.
Estamos tan inmerso en un mundo donde la lectura se cataloga como un lujo o un aburrimiento que no exigimos a quienes nos gobiernan ese hábito, por eso nos parece simpático y un tanto cotidiano que cuando Vicente Fox era presidente, confundiera el nombre del escritor argentino Jorge Luis Borges en el Congreso Internacional de la Lengua Española en el 2001, o que su esposa siendo Primera Dama, citara a la escritora Rabinagrand Zagora refiriéndose al dramaturgo indio, premio Nobel, Rabindrarath Tagore.



Comments (1)
Martita me da (más) miedo en esa foto.